¿Alguna vez nos preguntamos quienes somos? Parece una pregunta sencilla. Uno puede empezar a responder por cualquier lado: el nombre, el número de documento, si biológicamente nacimos hombre o nacimos mujer. Si exploramos un poco más podemos contar dónde nacimos, a qué cuadro de fútbol pertencemos, si militamos en algún partido u organización social, a qué colegio fuimos quizás.
También podemos contar cuál es nuestra banda de música favorita, si nos gusta bailar o somos de madera. Si preferimos la playa o la montaña. Si nos gusta más ver la tele o escuchar la radio. En fin, una pregunta, -¿quién soy?, ¿Quiénes somos?- Que se dispara a infinitos lugares e infinitas formas de responderla.
Una pregunta siempre abierta, porque el quienes somos se abre tanto a lo que somos, como a lo que fuimos o a lo que queremos ser. Una pregunta que se relaciona directamente con una palabra que es un misterio: la identidad.
Los Locos de la Azotea - Identidad
(ver aquí)
Todos tenemos una identidad. Nadie escapa a ciertos rasgos que lo definen: sea el color de piel, la forma de vestir, el "canto" que se tiene al hablar. Todos tenemos artistas con los que nos sentimos identificados, una película que nos encanta, preferimos un plato de comida sobre otro. Todos nacemos en algún país, alguna región que nos marca en aspectos de nuestra personalidad. Sentimos orgullo cuando gana la selección o cuando nuestros hijos dicen por primera vez "mamá" o "papá". ¿Sería lo mismo si lo dijesen en inglés o en ruso?
Nuestra identidad se compone por miles de características que nos recuerdan quienes somos, cómo somos y de dónde venimos. Rasgos que nos da nuestra cultura y que lo adquirimos como propios. Algunos frutos de la casualidad, otros de nuestra decisión y nuestras elecciones. Nuestra identidad se compone de miles de características, de un pasado que vivimos reformulando. Pensemos en los rasgos de una familia, de la nuestra por ejemplo. ¿Cuánto nos marca de dónde venimos? Si somos de alguna familia mapuche, si nuestro apellido es italiano o español. Si tenemos nariz aguileña o respingada.
Lo que queremos apuntar es que nuestra identidad se compone de muchos aspectos tanto biológicos como culturales, heredados o adquiridos por nosotros, que nos hacen sentir orgullo o verguenza. Pero si la pregunta que nos hacemos es "¿Quién soy?", podríamos agotarla diciendo una lista de las cosas que nos definen.
Pero… ¿Y si cambiamos de perspectiva y en vez de hacernos la pregunta de quién soy yo, nos preguntamos: "¿Quiénes somos?" ¿Quiénes somos como argentinos?¿Quiénes somos como comunidad? Ahí la pregunta se expande. Abre más puertas. Se vuelve más compleja e interesante. Una pregunta tramposa porque nadie forja su identidad en soledad. Siempre nos constituimos en conjunto con otros. Con un mismo idioma, con rasgos culturales similares, con un mismo dialécto. Nos definimos por lo que tenemos en común y lo que nos diferencia de los otros.
Cuando pensemos nuestros programas y nuestras radios no podemos dejar de hacernos esa pregunta: ¿quiénes somos? ¿Qué nos gusta como comunidad?¿Qué nos distingue de las radios de otros lugares? ¿Cómo hacemos para mostrar nuestras diferencias, nuestros rasgos a través del lenguaje radial?
Sin embargo la pregunta de quienes somos no agota nuestra identidad. Ese "nosotros" está cargado de futuro. En nuestra identidad se juega lo que queremos ser, lo que deseamos ser. En ese deseo se pone en cuestión gran parte de nuestra identidad: la futura, pero principalmente, la presente. Porque es el deseo lo que nos moviliza. El deseo de cambiar, de transformarnos, de ser mejores, de tener programas de mejor calidad, de ser mejores locutores o mejores productores. Cuando pensamos nuestra identidad y cómo reflejarla en la radio no podemos agotar nuestra reflexión en lo evidente. Tenemos que explorar más allá, en lo profundo de nuestros deseos. De nuestros orgullos, de nuestras penas como hombres. Pero más todavía como comunidades. Como un pueblo que busca una forma de contarse a sí mismo. Como comunidad que todavía anda en la búsqueda de las palabras apropiadas.
En esa búsqueda se juega nuestra identidad. Y la radio es una herramienta valiosa e imprescindible. La radio es una oportunidad de sumarse a esa búsqueda.
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